La situación del país golpea de manera implacable a todos los estratos sociales, por lo que muchos debieron dejar sus raíces, sus historias y salir de una nación que alguna vez les prometió un futuro promisorio.
Miles de historias se repiten en distintos lugares donde los más afortunados lograron establecerse para ver desde “afuera” las instancias de la nación que todavía no logra encontrar la salida. TDMPRODUCCIONES se interiorizó en lo referente al impacto en la música cristiana, las producciones y el rol de la iglesia ante esta situación.
Sin duda Maracaibo, del Estado Zulia, es una de las ciudades más golpeadas tanto por su inmensa aglomeración de habitantes como por las altas temperaturas que la azotan. Y.R., a quien hemos decidido mantener su identidad en resguardo, cuenta que “es muy complicado vivir aquí, más cuando tenemos largos períodos sin luz”.
“Es un panorama tremendo el que estamos viviendo. Hay muchos ministros que se han ido, y es notable como van quedando pocos. Es algo muy triste. A muchos cantantes, bandas, incluso productores, los humillan, no les pagan, se ven muchas injusticias contra los siervos del Señor y nos cuesta contar estas cosas”.
Contó que hace unos días, el 7 de marzo pasado, “yo estaba trabajando y se fue la luz a las 3 de la tarde. Nos mandaron a salir a todos los trabajadores en medio de un gran calor. El corte de electricidad se fue en toda Venezuela. Sin puntos de venta, sin efectivo, sin agua, intentando sobrevivir con yuca, plátanos, huevos, mantequilla y queso el principio, hasta que los lácteos desaparecieron de los mercados”.
“Mucha gente no sabe aún lo que es vivir 7 días sin luz, con calor fuerte, sin aire acondicionado, ni ventilación; con personas electro dependientes que morían”; recordó. “Pero al tercer día comenzó el caos. Vi como saquearon mi iglesia, la destruyeron delante de mis ojos y no podía hacer absolutamente nada. Parecía una manada de gente destruyendo todo. No eran personas con hambre, sino vandalismo”.
Y.R. vio también como una turba desesperada “prendía fuego un centro comercial donde estaba una iglesia. Se quemó todo y no quedó nada. Nunca en mi vida pensé vivir algo así”.
En medio de esa “locura” la gente destruía los locales de Sambil, Macro, Pepsi Cola Polar, “y empezó el pánico, porque se decía que iban a ir a la urbanización ya que en los comercios no había más nada que buscar”.
“Mucha gente ha fallecido”, continuó, “y son cosas que nadie se atreve a decirlo. La gente muere de hambre, pues lo poco que hay tiene un costo altísimo y el pago del salario cubre solo el desayuno. Uno se cansa de ver familias comiendo de la basura, hospitales sin insumos, colas interminables para abastecerse de gasolina”.
“Tengo una amiga que es enfermera”, afirmó. “Ella me dice que la morgue no da abasto para recibir fallecidos. La gente sale todos los día del país y lamentablemente vemos que el gobierno maquilla la información. Pero a nosotros nos avergüenza hablar de esto, tenemos miedo. Si uno desayuna no almuerza ni cena”.
Pero, como contrapartida, esta crisis va logrando revelar el costado solidario de muchas iglesias que aún siguen de pie. “Se da alimentos de donde se puede a niños desnutridos en la cancha de un colegio. Allí también se les presta atención médica y hay donativos de ropa y calzados”.
“El diablo no nos puede detener. Seguimos sirviendo en alabanza y adoración, y vemos que la iglesia hasta se multiplicó. Nos hemos visto como el pueblo de Israel salidos de Egipto con Moisés al frente, y que de pronto se encontraron con el Mar Rojo. Dios nos está probando nuestra fe y nuestras convicciones. Y queremos que nuestro testimonio sea de bendición y no para dar lástima”.
Una de las estrategias de muchos hermanos, es volver a las reuniones en los hogares o “células”. “El Señor nos sacó de nuestra zona de confort y nos ha multiplicado”.
Actualmente en Maracaibo el servicio de electricidad tiene un esquema de 6 horas por día, a veces durante el día, y otras durante la noche, sin previo aviso. “Muchos nos ayudan desde fuera del país. Muchos oran por nosotros. Aquí hay un pueblo esperanzado en el Señor. Su poder es inexplicable y siempre sale a nuestro encuentro”.
Un panorama de desolación. Villas abandonadas con autos último modelo cubierto de polvo, habitantes que perdieron todo, familias separadas. “Pero la mano de Jehová Dios jamás se ha cortado”.
By:tdmproducciones
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