El caballo de Troya fue un artilugio con forma de enorme caballo de madera que se menciona en la historia de la guerra de Troya y que según este relato fue usado por los aqueos como una estrategia para introducirse en la ciudad fortificada de Troya.
Tomado por los troyanos como un signo de su victoria, el caballo fue llevado dentro de los gigantescos muros, sin saber que en su interior se ocultaban un selecto grupo de soldados enemigos. Durante la noche, los guerreros salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para permitir la entrada del ejército aqueo, lo que provocó la caída definitiva de Troya.
Esta es una de esas historia que cuando la lees te vuelan la cabeza, de hecho hay distintas narraciones como audiovisuales que la muestran, una con más detalles y proyecciones que otras, pero que si nos dejan en claro una cosa. Que por más que te sientas tan robusto e impenetrable, y que nada puede afectarte, que eres lo suficientemente impetuoso para resistir a cualquier embate, pero que a la mínima bajada de guardia, puede causar un gran caos en tu vida, tu familia, economía, etc.
Marcos:8 15
Jesús les advirtió:
Miren, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
Este versículo básicamente lo que nos lleva obligadamente, es a prestar atención en aquello que puede permear en nuestras vidas y afectarnos a tal punto de destruirnos.
En estos tiempos, en que lastimosamente nos tocó vivir, en que no sabemos quién está en lo correcto, quien quiere el bien, o que nos quieren implantar corrientes de pensamiento que tarde o temprano nos traerán aflicción, Jesús da un paso adelante y nos dice ¡HEY, CUIDADO!, ósea que, depende de nosotros, que es lo que permitimos que ingrese a nuestro sistema, y filtrar aquellas cosas que nos perjudican.
Hoy el Caballo de Troya podrían ser (por Ejemplo) los medios masivos de comunicación, que nos transmiten caos (porque eso vende), ideologías que aunque no creas en Dios, pero sabemos muy bien que son totalmente antinaturales y antiéticas, y obvio en contra de los planes que Dios tiene para vos y yo.
Por eso queremos recordarte la advertencia de Jesús ¡HEY, CUIDADO!.